Kazajistán: Transformación económica en tres décadas de independencia (por Alfonso Carrasco)
Desde su independencia en 1991 tras la disolución de la Unión Soviética, Kazajistán ha experimentado una transformación económica notable, posicionándose como la economía más grande y dinámica de Asia Central. Este país, con vastos recursos naturales y una posición geopolítica estratégica, ha enfrentado retos y oportunidades en su camino hacia la diversificación y el crecimiento sostenible. En estos 30 años, la economía kazaja ha transitado desde un modelo centralizado soviético hacia una economía de mercado con características propias, moldeada por factores internos y externos que continúan dando forma a su futuro.
Uno de los pilares del crecimiento económico de Kazajistán ha sido su riqueza en recursos naturales, particularmente petróleo, gas y minerales como el uranio, del cual es el mayor productor mundial. Durante las décadas de 1990 y 2000, el país se benefició enormemente del auge de los precios de las materias primas, utilizando los ingresos de exportaciones para impulsar el desarrollo económico y atraer inversiones extranjeras. Empresas multinacionales, atraídas por las vastas reservas de hidrocarburos y la apertura relativa del mercado, han jugado un papel crucial en el crecimiento del sector energético kazajo.
Sin embargo, la dependencia de los recursos naturales ha sido una espada de doble filo. Si bien estos recursos proporcionaron una base sólida para el crecimiento inicial, también expusieron la economía a la volatilidad de los precios internacionales. Las crisis de precios del petróleo, como la de 2014, demostraron la vulnerabilidad del modelo económico basado en materias primas. En respuesta, Kazajistán ha buscado diversificar su economía mediante reformas estructurales e inversiones en sectores no extractivos, como la agricultura, la tecnología y la industria ligera.
El gobierno ha desempeñado un papel central en la modernización económica, adoptando estrategias de desarrollo ambiciosas como el "Plan Kazajistán 2050" y el programa "Nurly Zhol". Estas iniciativas se han enfocado en mejorar la infraestructura, fomentar la innovación tecnológica y fortalecer las pequeñas y medianas empresas. Además, el país se ha convertido en un centro logístico clave en la región gracias a su participación en la Nueva Ruta de la Seda, una iniciativa liderada por China para conectar Asia, Europa y África a través de redes comerciales y de transporte. La ubicación estratégica de Kazajistán lo convierte en un puente natural entre Oriente y Occidente, una ventaja que ha sabido explotar para diversificar su economía y aumentar su influencia en la economía global.
A pesar de estos avances, Kazajistán enfrenta desafíos significativos. Uno de ellos es la corrupción y la falta de transparencia en algunos sectores económicos, problemas que han obstaculizado el pleno desarrollo del país. Además, la desigualdad regional persiste, con una brecha notable entre las áreas urbanas desarrolladas, como Almaty y Nursultán (anteriormente Astana), y las zonas rurales más rezagadas. Estas disparidades económicas han generado tensiones sociales que el gobierno ha intentado abordar mediante políticas redistributivas y programas de desarrollo regional.
Otro desafío importante es la transición hacia una economía más sostenible y menos dependiente de los combustibles fósiles. Como parte de sus compromisos climáticos internacionales, Kazajistán ha comenzado a explorar el desarrollo de energías renovables, especialmente la solar y la eólica, aprovechando su vasto territorio y condiciones climáticas favorables. Sin embargo, la transición energética sigue siendo un proceso lento debido a la dependencia económica del petróleo y el gas, que aún representan una proporción significativa del PIB y de los ingresos del gobierno.
En el ámbito financiero, Kazajistán ha trabajado para integrar su sistema bancario y su mercado de capitales en la economía global. La creación del Astana International Financial Centre (AIFC) en 2018 es un ejemplo de este esfuerzo, con el objetivo de atraer inversiones extranjeras y posicionar al país como un hub financiero en la región. Este centro adopta estándares internacionales y utiliza el inglés como idioma de trabajo, marcando un paso significativo hacia la globalización económica.
En el plano geopolítico, Kazajistán ha mantenido una política exterior multivectorial, equilibrando relaciones con Rusia, China, la Unión Europea y Estados Unidos. Este enfoque le ha permitido capitalizar su posición estratégica y evitar depender demasiado de una sola potencia. Sin embargo, la proximidad y las relaciones históricas con Rusia siguen siendo un factor clave en su política económica y de seguridad, lo que añade complejidad a su estrategia de diversificación.
En conclusión, la economía de Kazajistán en los últimos 30 años ha pasado por una transformación profunda, marcada por un crecimiento basado en recursos, esfuerzos de diversificación y un papel creciente en la economía global. Aunque enfrenta desafíos significativos como la sostenibilidad, la desigualdad y la gobernanza, el país tiene el potencial de seguir avanzando hacia un modelo económico más equilibrado y resiliente. La historia económica reciente de Kazajistán no solo es un testimonio de su capacidad para adaptarse a las circunstancias cambiantes, sino también un ejemplo de las oportunidades y riesgos que enfrentan los países en desarrollo en un mundo globalizado.
Artículo interesantísimo sobre un tema poco tratado hoy en día. Gracias por dar visibilidad al pueblo kasajo, ¡Honor, Señor Carrasco!
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